January 19th, 2012
Do I need to say it? DO I? We kind of had the piracy discussion some... time ago (months? years?), but. Fuck you, USA. I could say a lot of things, but I'm childishly sore, the kind of sore of someone who had their pretty things taken away, and I feel kinda vindictive. Just going to say that it SO doesn't go both ways. In the matter of things big companies in the US can do, and things everyone else can do.
Also? Don't come butthurt at me? I have had in this journal lately some shitty comments going on about how REALLY some thing or another is also happening and it shows some experience isn't really privileged, and WHY don't you care about this, and... I don't want to hear it. I'm going to ban you if you come with shit like that to me. I'm sore.
(Yes, I can like my pretty things, and I can't have them like you people can thanks to some of the shit YOU -I mean, YOUR GOVERNMENT- and your companies put around here, and DID around here. So be quiet.)
I don't know if I already linked it some time ago, but if you really, really need to say something? Please, read this first: Media Piracy in Emerging Economies.
Para ti, Lucía.
Existe, cada vez más, un mundo flamante en el que el número de descargas virtuales y el número de ventas físicas se suma; sus autores dicen: «qué bueno, cuánta gente me lee». Pero todavía pervive un mundo viejo en el que ambas cifras se restan; sus autores dicen: «qué espanto, cuánta gente no me compra».
El viejo mundo se basa en control, contrato, exclusividad, confidencialidad, traba, representación y dividendo. Todo lo que ocurra por fuera de sus estándares, es cultura ilegal.
El mundo nuevo se basa en confianza, generosidad, libertad de acción, creatividad, pasión y entrega. Todo lo que ocurra por fuera y por dentro de sus parámetros es bueno, en tanto la gente disfrute con la cultura, pagando o sin pagar.
Dicho de otro modo: no es responsabilidad de los lectores que no pagan que Lucía sea pobre, sino del modo en que sus editores reparten las ganancias de los lectores que sí pagan.
[...]
Abro el archivo adjunto, leo el contrato. Me fascina la lectura de contratos del mundo viejo. No se molestan en lo más mínimo en disfrazar sus corbatas.
Al cuento que me piden lo llaman LA APORTACIÓN. En la cláusula cuatro dice que «el EDITOR podrá efectuar cuantas ediciones estime convenientes hasta un máximo de cien mil (100.000)». En la cláusula cinco, ponen: «Como remuneración por la cesión de derechos de la APORTACIÓN, el EDITOR abonará al AUTOR cien euros (100 €) brutos, sobre la que se girarán los impuestos y se practicarán las retenciones que correspondan».
Pensé en los otros autores que componen la antología, los que seguramente sí firman contratos así. Cien euros menos impuestos y retenciones son sesenta y tres euros, y a eso hay que quitarle el quince por ciento que se lleva el agente o representante (todos tienen uno), o sea que al autor le quedan cincuenta y tres euros limpios. No importa que la editorial venda dos mil libros, o cien mil libros. El autor siempre se llevará cincuenta y tres euros. ¿Firmará Lucía Etxebarría contratos así?